Si hay algo que aparece con nitidez luego de la lectura del texto de Wainhaus es la potencia de la Heurística, su cotidiana necesidad, el modo en que abre mundos y recrea experiencias. Una forma de conocer que, a contrapelo del pensamiento positivo propone lógicas diferentes donde las definiciones se transforman en poéticas. La posibilidad de una convivencia con lo proyectual, o para ser más precisos la posibilidad de que lo proyectual sea concebido desde lo heurístico (no reglado, entonces, por parámetros cartesianos y positivistas) es casi una refundación de la idea de intervención transformadora en el mundo sin la asepsia de la exterioridad.
Wainhaus, en la saga de la tradición de los clásicos antiguos y de los románticos alemanes, nos recuerda que cualquier potencia transformadora compromete en primer lugar al sujeto de la acción y a su conciencia. Y al decir esto —que desde esta reseña suena casi a cliché— nos recuerda el vínculo olvidado entre técnica y cultura, entre el transformar y el ser. Un casi olvido que, de no ser por Gastón Breyer y todo el grupo de Heurística que ha venido trabajando en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires, hubiera sido otra conquista más del pensamiento plano, lineal y grillado con el que la razón instrumental concibe la producción del conocimiento. No puedo más que celebrar en este texto la presencia de una perturbadora conciencia.
[Verónica Devalle es Socióloga y Doctora en Teoría e Historia de las Artes (UBA). Es Investigadora del CONICET y Profesora de Comunicación y Diseño y Estudios Culturales (FADU / UBA). Recientemente publicó La travesía de la forma. Emergencia y consolidación del Diseño Gráfico. 1948-1984 (2009). Compiló —con Leonor Arfuch— Visualidades sin fin. Imagen y Diseño en la sociedad global. (2009). Contacto: vdevalle2005@yahoo.com.ar]
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario